Ayer pasé por Chimbacalle y tropecé con las olvidadas rieles de la vía férrea. Me estremeció el recuerdo de la niñez cuando con inmensa emoción nos dirijíamos con mis padres a ver como pasaba el tren. Ahora sólo se percibe el abandono de un hermoso atractivo que se ganó mi cariño.
Los travesaños de las vías yacían destrozados y uno de ellos, sin sujeción, se mostraba como un hijo desamparado ante mí. Lo tomé y lo traje a casa, ahora me acompaña junto a la cama cuando quiero evocar los viajes en tren, por lo menos en mis sueños.
4 comentarios:
muy bonito, corto pero sufieciente, te hace pensar!
En los sueños, todo sucede en los sueños.
Hasta ahora, nunca en la vida, me he subido en un tren... supongo que aguardará un momento especial para hacerlo... Saludos!!!
..muy bueno chico!..
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