Alguna fuerza obró de improvisto el mero instante en que el inusitado silencio pudo germinar y por fin no vociferaba el megáfono proselitista. Los oídos estériles encontraron sosiego en medio de una mañana aparentemente fría, reconfortante... respirar tranquilidad y notar que esa diaria voz tan incómoda estaba tendida en media plaza alegraba a cualquiera.
Los caminantes y sus rostros conformes daban forma al tumulto que observando la silueta despojada de sonoridad, sabía que un enorme problema estaba resuelto. De pronto una ligerilla sucesión de sonido los atemorizó...
¡ Existimos, somos, estamos !
Decía aquel insecto apoderado de una nueva voz amplificada que se encontró tras la mordida letal al antropomorfo.