Así simplemente invertí mi tiempo en observar, admirarme y dejar volar la mente. Refrescándome por la fría brisa seguí imaginando situaciones, como el posarme sobre uno de esos mirlos, y que éstos vuelen y me transporten a mundos aéreos inexplorados. Cerraba los ojos y luego por la costumbre los volvía a abrir, posiblemente para no dormirme solo en esa banca producto de cierto temor a lo desconocido. Escuchaba los pasos de la gente y sus voces, que, naturalmente en ese momento rompían con la armonía del momento.
Después de estar por varios minutos en ese estado de letargo, por así decirlo, concluí que las palomas son seres muy divagativos. Se juntan para aterrizar, buscar algo en el suelo y picotearlo. Luego alzan vuelo para ir a otro sitio, y hacen lo mismo, simple supervivencia que les permite vivir de una forma descomplicada, sin preocupaciones sentimentales, ni contemplaciones materiales.
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