lunes, 29 de noviembre de 2010

Décimo Intento





En múltiples ocasiones, el cerebro muestra un comportamiento inadecuado, impropio o simplemente no acostumbrado. Parece como si nada le inspirase a desenvolverse como debiera, es algo así como si tuviera una patología que se sabe no puede solucionarse con tratamientos externos.  Esa oclusión funcional del órgano puede invadir íntegramente al individuo, quien a veces percibe y siente como se entorpecen incluso sus movimientos. Tal situación, confusa al igual que incómoda, puede resultar frustrante porque no suele mostrarse como un problema claro al que se le puede buscar una solución, sino que está en permanente ocultamiento y descubrirla requiere atención, concentración y detenimiento, que a veces, igualmente se ausentan.

Pero si se da el seguimiento a la complicación, surge la idea de que algo le falta al pobre cerebro, o se le ha perdido ese algo. Ese “norte” que lo mantiene centrado siendo lo que es y mostrándose precisamente como un “CPU” que rigue a todo el organismo y controla sus funciones, eso es lo que se ausenta sin razón aparente. A diferencia de los ordenadores que funcionan en base a órdenes en determinados lenguajes, nuestra unidad de proceso requiere todo un ingrediente que suele mimetizarse con relativa rapidez, y claro, en esos momentos el cerebro simplemente se desorienta sin que lo podamos advertir a la primera.

Hablamos de la VOLUNTAD, un motorsito que lo mueve todo en el individuo, o aquel engranaje central que permite que ese movimiento ocurra. Más que un ingrediente podríamos decir que es el chef que enfoca toda actividad posible y que construye las decisiones como si de dócil arcilla se tratase, es decir las modela a su manera y peculiar forma. Entonces esta voluntad es la culpable de que un órgano y a la postre, un individuo se desorienten. Con qué facilidad nos declara la huelga y nosotros sin poder tacharla de irresponsable, porque se nos enoja, es mejor acercársele con mucho cuidado para que se nos vuelva de nuestro lado.


Humm.... y sí, era eso lo que a nuestro cerebrito le faltaba.......

Y,,  pues,,, si la voluntad es el operador de nuestra unidad de proceso, el virus cerebral que lo trunca sería  la pereza o el miedo a decidir..............  ¿ Qué dicen?

1 comentario:

Patmos dijo...

"...sino que está en permanente ocultamiento y descubrirla requiere atención, concentración y detenimiento, que a veces, igualmente se ausentan."

pero nada lo cambia... y si lo hace, es momentaneo en lapsos de "encendido y apagado" a la conveniencia del usuario... triste y tal vez cambiable de alguna forma imperceptible...pero que a la larga si bien no sucita un gran cambio que gire a la humanidad entera...cambiara al individuo, su entorno, percepcion del camino... y tal vez... en verdad... quiera hacerlo... todo es supuesto...

buena descripción...sigue pa'lante! =0)