miércoles, 29 de octubre de 2008

Tercer intento

Uno de los puntos, objetivos o principios con los que más concuerdo con varios de los movimientos sociales que se desenvuelven en el medio ecuatoriano, y por qué no decirlo también a nivel Latinoamericano; es el de la defensa y recuperación de la cultura. Esta lucha por la identidad ha sido una respuesta ante la inminente y creciente “globalización “ de la cual es víctima todo el planeta. Esta globalización se refiere preferentemente al aapecto cultural, es decir se ha estandarizado un determinado tipo de cultura a nivel mundial con un modelo o estereotipo de occidente.

Considero de gran importancia la defensa y recuperación de nuestras culturas populares y vernaculares, dado a que estas suman toda una identidad que no puede perderse únicamente por la invasión de la cultura de occidente. Por otro lado hay que considerar el mestizaje, igualmente como un fenómeno cultural, es decir el sincretismo de lo indígena y lo europeo que no facilita una identificación clara de lo que sería nuestra verdadera cultura. Esto es complejo debido a que toda esa mezcla ha conllevado en sí a lo que somos actualmente; pero el problema se origina en el momento en el que se desprecia o evita nuestra raíz indígena sobrestimando lo europeo, como penosamente se da en la gran mayoría de los casos.

Al ser globalización un sinónimo de garantizar consumo masivo y planetario, entonces la alienación en este caso de la cultura se encaminará a lo comercial, es decir constituír consumidores; gente que al no tener una conciencia de identidad se deja llevar por la moda del momento y por la novelería generalizada, a la par que con la absurda subestimación de la cultura popular o vernacular. El resultado de esto es en términos generales la moda. Por ello yo creo que se debe defender lo que queda de nuestra cultura popular para hacerle frente a esta global cultura comercial, a la vez que yo hago votos para que se deje de subestimar lo que somos y que esos absurdos términos despectivos como “indio”, “longo”, “cholo”, etc, desaparezcan del léxico porque son perversos prejuicios sociales.