jueves, 16 de diciembre de 2010

De convenceres....





El papel milimétrico de un dictador dueño de una verdad irrefutable, mas aún no llega al poder.

Un proyecto para ponerse algún color de bandera y hacerse de un cargo público que le permita comer a costa del Estado.

Y así, lo primordial y necesario para ello es decir lo que la gente quiere oir. En cada situación aparentar esa intelectualidad y sabiduría que lo llevará directito a un sitial, y todo, al palabrear discursos plagados de archisílabos y vacíos tecnicismos. 
  ¡¡Hay que ser lo más pomposo, e impresionarlos!!

Todo ello al admirable costo de unos intensos dolores de garganta por el furor oratorio, unos cuantos litros de saliva repuestos con lo que le brinden (algo que no puede despreciar), y aquella inspiración única, apasionada de transmitir resentimiento y exaltar al conglomerado a la búsqueda de culpables de su desgracia en los años o períodos anteriores.


¡Qué bien, realmente un genio, afortunados los ciudadanos!


Una vez ahí,  logra todos sus cometidos y perpetra su voluntad a diestra y siniestra tratando de ser implacable en sus decisiones. Percibe abultados sueldos y se lo ve transitar cómodamente en esos autos de vidrios oscurecidos, por seguridad seguramente.

Después de un tiempo aparecen las polarizaciones, apoyo y oposición que a la larga se debaten impetuosamente generando inevitable confrontación. Los individuos empiezan a dividirse y toman parte de uno u otro bando 
 ¡¡Disociados avanzan por el cambio tan pregonado!!

De pronto, aparece otro personaje que desenmascara al anterior contando su versión de los hechos e invitando a la reflexión. Aparentemente tienes intenciones diferentes y se perfila en ese sentido como una alternativa a la que se debería considerar. Actúa en el papel del individuo comedido que con una intención bastante servicial quiere hacer algo por los suyos, y a cambio de nada.


¡Qué bien, realmente un héroe, afortunados los ciudadanos!


Las dos caras de una misma moneda que permanentemente está dando vueltas y que en fin, no ha terminado por convencer en su accionar y que sigue como en círculo vicioso repitiéndose al pasar de los años.

Tocará fundir de una vez por todas esa moneda trillada y al fin pensar en rumbos de veras diferentes.

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