domingo, 17 de octubre de 2010

Uma a la urbe







Calles contaminadas de ruido, ¿acaso podrá volar la mente? Se siente asediada, inquieta y algo sucia, mas el vuelo se alza tambaleante e inseguro por entre los decibeles y el smog.

.........Es muy simple, ella, yo, prisioneros........

"El cuerpo es la cárcel del alma". Una trilladez de la ortodoxia medieval, que ahora se reajusta a la manera:  - Mi cuerpo, cárcel de la mente.

¿Por qué debe buscar la mente una liberación, aparentemente más allá de lo corpóreo?, o ¿quizás soy yo el que percibe cercos urbanos y quiero quebrarlos pero no lo admito, y me invento esto del "vuelo de mente"?  Cualquiera de las dos opciones resulta válida.

Y sin embargo al escribir esto y dejar caer las células muertas de las yemas de mis dedos, primero en un árido papel y ahora en el frío teclado, puedo considerar que logro cierto escape de aquello a lo que muchos veces nos damos prisioneros; la ciudad, que no tiene la culpa de ser lo que es, ni de tenernos sobre ella. Portadora de muchas acusaciones, de lamentos, ironías, maldades, culpas, y ebriedades que manchan sus entrañas volviéndola desagradable.

Puede ser que la Srta. Ciudad ya no quiera serlo, que no se deje empañar en sus contrariedades y finalmente con un tono a desdicha y desencanto nos diga:


--  El hastío es recíproco.


3 comentarios:

Jimmy dijo...

Todo es relativo.

Marisa dijo...

Entre difusas caras, velocidades automovilísticas perdidas, y el entretenido estrés, siempre habrán pedazos de locura que nos mantienen cuerdos..

Iria Vigée Lebrun dijo...

.. el aburrimiento nos lleva a ser sinceros .. denunciando lo molesto y lo repetitivo pero muchas veces en el fondo de eso.. se encuentran verdades valiosas..