lunes, 4 de abril de 2011

¡Qué amable!




Don Panchito intentó cruzar la avenida y su bastón le daba el apoyo necesario para la travesía. Sus rodillas parecían visagras que no habían sido aceitadas hace tiempo, sin embargo andaba tranquilo por la ciudad como si nada.

En el cruce vió como se vestía de verde el muñequito del semáforo. A los primeros metros sintió un quebranto y cayó de espaldas al asfalto, el bastón se elevó por los cielos y fue a parar al frente del wambra de escuela que venía de disfrutar del Ciclopaseo dominguero y de tumbar de un porrazo al viejito con la bici.

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