lunes, 11 de enero de 2010

Sonoro y travieso



Maicha era una hermosísima doncella que vivìa en los dominios del Reino del Aire. Ella siempre viajaba en busca de emociones y nuevas experiencias, aprovechando su afinidad con el viento y las corrientes. Intentaba conocer todo lo que podía viviendo su juventud a plenitud. Nunca reprimía su curiosidad y en cierta ocasión al contemplar la belleza de la selva, se internó en la misma. Vagó horas por los senderos del verde eterno, y la humedad de la vegetación cubría de rocío su terso cabello.


Cautivada por lo sublime de aquel paisaje y colmada de felicidad, no se dió cuenta que ya había entrado la noche. Al percatarse de ello pensó en salir del magno sitio pero se perdió, aturdida por la oscuridad y su desconocimiento del lugar empezó a moverse desesperadamente esquivando todo tipo de plantas, ramas y helechos. De pronto chocó contra un enorme Chuncho, cuya presencia imponía respeto e inevitable temor. Se levantaba majestuoso por entre las más tupidas enredaderas y su copa rozaba tímidamente las nubes cargadas de vapor de agua.


Maicha muy asustada se fijó en el Chuncho, y éste hizo lo mismo. Sus miradas fijas y penetrantes sólo podían denotar una cosa, el amor a primera vista más puro que podía existir. A partir de esa impresión tan grata los dos se conocieron y no tardaron en revelarse mutuamente ese amor. Cada vez que el viento sacudía las hojas y estremecía la corteza del Chuncho, era claro indicio de que Maicha llegaba a visitar a su tan adorado árbol. Sus encuentros se extendían por muchas horas.


Tiempo después y a causa de ese amor, tuvieron un hijo al que llamaron Pukgo. Era un niño muy travieso e ingenioso para escapar de la vista de sus padres, y poder hacer cualquier cantidad de travesuras. Pukgo había desarrollado una gran habilidad para imitar voces, de quien sea, sólo le bastaba oírla. Usó esa capacidad para sus travesuras, que consistían en hacer asustar a las personas, mientras se escondía. Imitaba la voz de alguien y la repetía de la misma manera en que la escuchaba.

Por esta razón es que todos oímos nuestro eco, porque Pukgo está por ahí escondido, burlándose de todos nosotros que creemos que es nuestra propia voz..... riendo y saltando de la alegría.

Y así es como Pukgo, un niño que adquirió ese espíritu libre e indomable de Maicha y la vitalidad del Chuncho, ha jugado siempre con nuestra ingenuidad, y hasta ahora lo sigue haciendo en medio de sus risas


¡¡ Un mito,,, y en estos tiempos !!


Chuncho: nombre típico con el que se conoce a un árbol de la Amazonia, puede llegar a medir 35m. de altura, y de 2,5 a 3 m. de diámetro.


4 comentarios:

Patmos dijo...

Woouuuu, niño, muy bueno, mis respetos, si que ustedes escriben super bien, me saco el sombrero, muy muy bueno, mentes así necesitamos hoy en día, y tambíen mañana =0),

bieeeeen, no salgo del asombro, bien, felicitaciones

Marisa dijo...

Leyendas, mitos..olvidaba lo bien que te quedan todos esos misterios.
Cómo siempre..te has lucido.

Camaleonika dijo...

una vez mas eres un dios para escribir.... hiciste lo mejor al cambiarte de esta cruel y fría facultad,,, je je... los mitos son una verdad intangible

Iria Vigée Lebrun dijo...

hermosura de mito! encantador como siempre... valio la pena darme tiempo para explorar a fondo el blog je he encontrado una joya..

es bueno saber que las leyendas se sigan creando a pesar de tanto consumismo y materialismo es bueno dar paso a la imaginacion ..